La Sal lista. Con esta frase la última conferencista del Desafío cerró el evento haciendo una clara referencia doble. Por un lado, recordando lo que se ha vivido y aprendido desde la experiencia de La Salle centrada en sus reconocidos valores: la fe, la fraternidad y el servicio. Por otro lado, una alusión al evangelio de Mateo en el que la sal se entiende como el elemento capaz de brindar sabor a la vida, la sazón de la alegría, de la compasión, de la paz, que vienen de un profundo seguimiento al proyecto de Dios en nuestras vidas. La Sal lista, cierra de manera magistral el evento interuniversitario que se desarrolló del 21 al 23 de septiembre de este año en Ciudad Victoria, estado de Tamaulipas. 

Desde el momento de la llegada, tras una larga jornada de viaje para llegar a la sede, se sentía en el ambiente el característico carisma lasallista por parte de los anfitriones. Apenas al inicio del evento se comenzó a tejer una red fraternal y solidaria. Los muros culturales se convirtieron rápidamente en motivo de risas y de interacción, lejos de ser un obstáculo, se prestaron como excusa para la camaradería. 

Durante el Desafío La Salle, jóvenes de distintas universidades lasallistas del norte del país, se reunieron para vivir prácticas que facilitarían el arraigo a la identidad universitaria de la que pertenecen. Compartiendo actividades de integración, desarrollo personal, trabajo en equipo y de sentido comunitario, los participantes que llegaron con tan solo algunas maletas, han vuelto a sus hogares con un montón de recuerdos, aprendizajes y amistades. De algún modo, las barreras de la educación académica convencional que cotidianamente son reducidas a un conocimiento teórico en un salón de clases, han sido atravesadas por el fuerte impacto de la experiencia, con el fin de fortalecer la conciencia y el compromiso. 

Algunas horas antes, la primera conferencia giraba en torno a la pregunta ¿quién soy? Marcando un punto de partida personal. Así, reflexionar sobre la propia vida se convirtió en el punto de partida del evento. ¿Quién soy yo en mi cotidianidad? ¿Quién soy yo en la universidad? ¿Quién soy yo frente a tal o cual situación? ¿Quién soy yo en el Desafío? Reconocerse en medio de las dinámicas del día a día permitió que se estructurase la propia intención del evento en relación con la persona dispuesta a vivir y formarse en dicho evento. 

Revisando lo vivido se observa la dinámica del Desafío como una experiencia que comienza en el yo, pero que culmina en la salida del sí mismo para cultivar la fraternidad y el servicio a/con otros. 

Carlos Octavio García Loya
Universidad La Salle Chihuahua

Algunos compromisos de los participantes después de vivir el Desafío: 

  • Ser una luz en la oscuridad.
  • Impartir y compartir actitudes de justicia y solidaridad a las personas que me rodean, impulsándolos a participar abiertamente en actividades en las que se les involucre.
  • Ser la levadura en mi grupo ecológico de la escuela.
  • Sembrar en la comunidad las ganas de trascender y ejercer mi papel como líder en la comunidad, por una comunidad más unida, en el ámbito estudiantil invitar a mis compañeros a sumarse a este movimiento tan importante y que se atrevan a vivir las experiencias lasallistas que la universidad ofrece.
  • Impulsar la fraternidad empezando conmigo misma.
  • Mejorar cada aspecto que descubrí en mí misma para, poco a poco, convertirme en una mejor líder, comenzando en mi área escolar e irla implementando en cada entorno en el que me desenvuelva.
  • Comprometerme a hacer que nuestra universidad sea más fraterna, haciendo actividades productivas que generen paz, diversión y confianza y no quedarse en un solo grupo, sino salir al encuentro del otro (sociedad).
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